17/05/2020

Va camino de los cuarenta años en el ejercicio de la profesión de notario, la mitad en su ciudad. Manuel Remuñán López (Santiago, 1955), que comparte la notaría con su colega José Manuel Amigo Vázquez, estuvo antes en Silleda, Santa Comba, Padrón, Ponferrada y Vilagarcía. «En los pueblos -indica- el contacto suele ser más directo, sin abogado de por medio». Aprobó la oposición en 1983 tras licenciarse en Derecho en la USC. El suyo es un servicio esencial. Once empleados asisten a ambos notarios.

-¿En qué condiciones están trabajando desde el confinamiento?

-Con las determinadas en varias instrucciones de la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública, que básicamente son cita previa, contacto con la notaría por correo electrónico o teléfono, evitar aglomeraciones, y las precauciones sanitarias como uso de mascarilla, mantenimiento de distancias, lavado frecuente de manos…

-¿Cuánto ha descendido la actividad en la notaría?

-En una cantidad muy importante. Tranquilamente puede haber caído un 90 por ciento, aunque ahora se empieza a recuperar algo.

-¿Qué tipo de operaciones están tramitando actualmente?

-A partir del ocho de mayo la actuación notarial no está limitada, si bien los otorgamientos fuera de la oficina siguen sujetos al cumplimiento estricto de las garantías sanitarias. Antes de esa fecha, desde el quince de marzo, nuestra actuación se ceñía fundamentalmente a escrituras o pólizas de préstamo o crédito, en parte con el aval del Estado ?por razón del covid-19?, y sus garantías, vencimiento de plazos convencionales (como arras para la compra de una vivienda), o evitación de daños patrimoniales graves.

 

-¿Y qué es lo que ha dejado de hacerse?

-Lo que ha caído estrepitosamente han sido los movimientos societarios, por las dificultades de desplazamiento y cierre o ERTES de empresas. También decayeron los testamentos, poderes y adjudicación de herencias.

-Hábleme de la figura jurídica del testamento en tiempo de epidemia.

-Ante la imposibilidad de presencia del notario, esa figura permite testar ante tres testigos mayores de 16 años, manifestando su voluntad el testador de forma escrita, incluso oral. Es un testamento que está regulado en el Código Civil de 1899, que, en algunas de sus múltiples reformas posteriores, se pensó en derogar esta modalidad por no usarse y ser anacrónica en los tiempos actuales. La horrible pandemia que padecemos nos muestra la lucidez del legislador de entonces.

-¿Cree o tiene datos de si se ha usado mucho en la coyuntura actual?

-Sobre su mayor o menor aplicación, se sabrá pasado un tiempo, dado que su validez no dependerá solo del fallecimiento del testador, sino de su posterior validación y protocolización, en este caso, por un notario.

-¿El covid-19 mudará o consolidará nuevas rutinas en la notaría?

-Nuestra actuación es presencial, si bien es presumible que la videoconferencia, con las pertinentes garantías de certeza que se establezcan, se vayan abriendo paso para determinadas actuaciones notariales, posteriores a las que ya están reguladas, especialmente en materia societaria. No podemos olvidar el importante desarrollo tecnológico del notariado desde principios de siglo, hasta el punto de que sus múltiples aplicaciones son el ejemplo a imitar por el notariado de otros países.

 

-¿A qué avances se refiere?

-Los índices únicos informatizados de todos los actos firmados por el notario, la copia electrónica ?muy útil en caso de obligaciones a distancia?, la presentación telemática de las escrituras en los registros. El notariado, después de Hacienda, posee la segunda base de datos más grande del país, o quizá la tercera. Estamos intercomunicados entre nosotros, con los registros y con las Administraciones Públicas. El notario de hoy tiene que trabajar con todos los medios electrónicos a su alcance.

-¿Qué diferencias aprecia en relación a cuando usted empezó a ejercer?

-Sobre todo, asumimos nuevas funciones frente a las Administraciones Públicas, entre otras la confección de una base de datos del titular real, una acción vinculada a la lucha contra el blanqueo de capitales, el terrorismo y el fraude fiscal.

«Heredé de mi padre el amor por Santiago y la naturaleza»

El notario compostelano Manuel Remuñán López es hijo de Manuel Remuñán Ferro, que nació en la Casa de la Concha y vivió después en la Rúa Nova, fue profesor de Derecho Internacional en la Universidade de Santiago y destacó también por ser un hombre muy comprometido con la defensa del patrimonio monumental de la ciudad.

 

-¿Qué heredó de su padre?

-Mi padre, que falleció en el año 2014, me transmitió el amor por Santiago, que para mí es la ciudad más bonita del mundo. Él fue determinante en su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, de ahí que esta ciudad le deba mucho. Pero también heredé de él el amor por la naturaleza.

-¿Por qué?

-A él gustaba pescar y a mí, cuando era niño, me llevaba con él; así que conocí la Costa da Morte y un montón de playas por toda Galicia. Comíamos de taberna. Él era un enamorado de Porto do Son y, de hecho, fuimos de los primeros veraneantes. Aprendí mucho de aquellas andanzas, ciertamente.

-¿Llegó a darle clase en la Facultad?

-Sí, pero, naturalmente, me examinaba otro profesor.

-¿Y cómo era en el aula?

-Eran unas clases muy amenas. En los años setenta mi padre ya vaticinaba que, a finales del siglo pasado, el tablero donde se decidiría la política internacional sería Oriente Medio. Hablaba mucho de geopolítica.

-¿Qué recuerda de aquel Santiago de su juventud?

-Muchas cosas, entre otras la universidad y los amigos de esa época, los paseos por la zona vieja…

-¿Y de aquella universidad compostelana?

-Yo creo que entonces había más convivencia entre los estudiantes y más contacto con los profesores. Diría que todo era más académico.

 

lavozdegalicia.es

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