18/05/2020

Entre los muchos granadinos que estos días se merecen un aplauso está Ignacio Martínez De la Torre (Granada, 1992) que acaba de convertirse en el número once de los 91 nuevos notarios del país y en el primero de los siete candidatos que han aprobado de la provincia. Además de unas de las oposiciones más exigentes de España, Ignacio ha superado también el coronavirus que media promoción de los notarios de 2020 contrajo en Madrid en las jornadas de recepción y formación que se celebraron a principios de marzo.

Cinco años y tres meses estudiando oposiciones de Notaría entre nueve y doce horas diarias han tenido la mejor de las recompensas. Lo que no podía ni imaginarse el ya nuevo notario es que, ahora que tocaba disfrutar, descansar y salir a la calle, iba a llegar una pandemia mundial a aguarle la celebración.

Como sus 90 compañeros de toda España, Ignacio ha cumplido el sueño de convertirse en notario para proteger al consumidor, velar por los derechos de los más vulnerables, dar seguridad jurídica… y como aspecto menos romántico pero no poco importante, garantizarse una carrera con un nivel económico alto.

«Bueno, es una profesión que permite vivir bien pero eso es conforme se va avanzando. Hay plazas vacantes que son deficitarias en pueblos pequeños, que no dan para sostener a los empleados o el local. La notaría está muy sujeta a los ciclos económicos y ahora mismo está más parada», puntualiza.

La pandemia está retrasando el concurso de plazas e Ignacio aún no sabe cuál será su destino pero está deseando incorporarse, por más que le lleve lejos de casa. «Granada es imposible, es una zona muy cotizada por la calidad de vida y porque muchos de los que concursan son de aquí. Puede que me vea en Cataluña, que es la que tiene mejores plazas o el norte», explica. Para llegar hasta aquí, el joven ha tenido que superar un proceso de cuatro exámenes que comenzó el pasado 2019 y culminó en enero. Este año las oposiciones se celebraban en dos tribunales, por sorteo, para toda España: Granada o Sevilla. A Ignacio le tocó examinarse a diez minutos de casa, toda una señal de que este iba a ser su año. «No puedo decir que tuviera vocación de notario, estaba hecho un mar de dudas, mi objetivo era quedarme en la Universidad pero al final varios factores me hicieron decantarme por la oposición, entre ellos que como primera promoción con el Plan Bolonia terminé el grado con 21 años», señala. Buen expediente desde luego no le faltaba para abrirse camino en la Universidad a este alumno del colegio Fuente Nueva y del Instituto Padre Manjón que se matriculó en Derecho por influencia paterna y terminó la carrera con la mitad más una de las asignaturas con matrículas de honor.

Más allá del temario

«Bueno, con estudiar un poquito más allá del temario se puede conseguir», asegura, quitándole hierro a la hazaña. El Derecho Civil y el Inmobiliario «gracias a que tuve un profesor alemán buenísimo» son su pasión.

Lo que sí reconoce es la dureza de la oposición, cuyos efectos colaterales también han ‘sufrido’ su pareja y su familia en estos cinco años de particular confinamiento opositor. «Me he exigido muchísimo», admite. Particularmente los meses de los exámenes han sido agotadores, «aunque por suerte no soy nervioso y no lo he sufrido tanto como otros compañeros». La tercera de las pruebas en la que había que resolver un caso práctico durante seis horas y después exponerlo ha sido, en su opinión, «la parte más bonita de la oposición». Sacó 18.10 puntos sobre 20. Menos mal que no se había quedado contento con el examen… «El día que supe que había aprobado llevaba esperando la nota desde las diez de la mañana y no la conocí hasta las once de la noche. Ya ni salí a celebrarlo, solo con la familia y mi pareja. Lo que sientes en un primer momento es ¡liberación!, la alegría viene después», recuerda el notario.

Pero poco tiempo después –apenas le había dado tiempo a retomar hobbies aparcados– también llegó el coronavirus. «Ha sido un poco desesperante volver a estar igual de encerrado que antes», señala con una sonrisa de resignación.

A principios de marzo, los 91 candidatos que ganaron las plazas –el 11% de todos los que se presentaron– se reunieron en unas jornadas de recepción y formación de nuevos notarios en las que recibieron formación sobre deontología y retos de futuro de la profesión, como la colaboración con las administraciones en la lucha contra el fraude o la protección jurídica de los colectivos más vulnerables. El bicho invisible ya rondaba por Madrid y de la jornada salieron 22 positivos confirmados y media promoción de notarios obligada a confinarse con síntomas, entre ellos Ignacio que por fortuna los ha sufrido leves. «Creo que lo he pasado pero no está confirmado porque no me han hecho el test», explica el joven, que ha llevado estoicamente la cuarentena.

«La oposición te enseña una lección valiosa que es convivir contigo mismo y también la disciplina. Una vez que se ha aprobado se ve de otra manera pero lo más duro es la incertidumbre, que nadie te asegura si la inversión de cinco años va a merecer la pena», resume.

Una sensación que no acaba de marcharse ahora que, ya no solo vale saber mucho de derecho, también hay que hacer que funcione una empresa en tiempos convulsos. El miedo está ahí pero la determinación e ilusión del nuevo notario granadino son más fuertes. Damos fe.

 

ideal.es

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