20/02/2021

¿Cómo resumiría su trayectoria de 37 años en Elche?

Hubo una primera época, cuando llegue con 33 años, en la que era el notario más joven de los cinco que había en Elche. Fueron tiempos de mucha pelea y trabajo para conseguir clientela, una época apasionante para levantar el despacho. Luego empezó una segunda etapa de consolidación. He estado a gusto, he trabajado muy bien y nunca me he querido ir de Elche. Y eso que la cima para todos los notarios es acabar en Madrid.

¿Qué ha aprendido del pueblo ilicitano en cuatro décadas?

Siempre me ha parecido sorprendente su capacidad de trabajo y emprendimiento. Cuando empecé a trabajar en 1975 se arrancaba tarde, a las 10.30 o las 11. Y luego se echaba un rato por la tarde. Cuando llegué a Elche en 1983 me di cuenta de que la ciudad madrugaba, que se ponía en marcha muy pronto. Yo abría el despacho a las 9 y ya había gente esperándome. Venía una primera oleada de madrugadores y luego el resto de clientes.

¿Cómo ha cambiado la profesión de notario este tiempo?

La esencia del trabajo de notario se ha mantenido: dar fe pública y defender los intereses de los ciudadanos. La principal variación la han provocado los cambios legislativos. No se parecía en nada lo que hacía los últimos años a los primeros. En aquella época era increíble, por ejemplo, contar con una fotocopiadora. La tecnología y los cambios legislativos de los últimos diez años han transformado la profesión.

¿Es un oficio aburrido?

Yo he disfrutado mucho. He tenido épocas duras y malas, problemas laborales. Pero muchos más momentos de satisfacción personal. Al margen de la remuneración económica, he disfrutado. Los últimos diez años han sido los más duros por los cambios que he comentado. Todas las notarias hemos tenido que dar la vuelta a nuestra forma de trabajar. Hace treinta años comprabas un piso o un campo, se preparaba la escritura, el vendedor te decía que no tenía cargas y tú te lo creías. Eso es impensable ahora.

¿Cómo cree que evolucionará la profesión a medio plazo?

Las últimas cosas ya me las he perdido, como las firmas digitales que se hacen sin necesidad de acudir a la notaría. Los cambios tecnológicos lo marcan todo, desde los ordenadores que hacen tratamientos de texto que se ajustan a cada caso hasta el volumen de datos que tenemos que manejar y trasladar a la administración. La Ley de Protección de Datos también influye en estas cuestiones. Ahora se le da mucha importancia a la higiene de la propiedad, lo que quiere decir que se tienen actualizados los datos catastrales, escrituras, registros…

¿Usted por qué decidió encaminar su carrera hacia notario?

Le hice caso a mi padre, que siempre me decía que el trabajo de abogado era muy duro. Él quería ser juez y suspendió la oposición. Inicialmente pensé en la judicatura y me pareció un ejercicio muy complicado. Es una responsabilidad enorme tener que dar la razón a una parte u otra. La profesión de notario es muy bonita, no solo es firmar un papel o ganar dinero, también hace una labor psicológica a través de conversaciones con la gente para ayudar a resolver sus problemas.

¿Le parece que es demasiado exigente la oposición?

Es un clásico. La veo como un sistema de elección de profesionales y el Estado tiene que comprobar si tienen capacidad para ejercer esa función. Si quitas la oposición, ¿qué sistema habría? Siempre hay que llegar a un mecanismo de elección, la oposición no es mal sistema, aunque pueda llegar a ser injusta o dura. En tantos años no se ha encontrado una fórmula mejor. Lo que sí puedo asegurar es que no hay enchufes.

¿Ha tenido que resolver muchos entuertos ciudadanos?

Más que resolver entuertos, he procurado evitar que se produzcan. Donde más problemas hay siempre es en la partición de las herencias. Aunque el huerto y el molino valgan lo mismo, hay preferencias. He vivido discusiones ridículas por ver quién pagaba la contribución de una propiedad, cuando eran cincuenta en la herencia. La familia que quiere bronca, la tiene. Podría haber hecho algún curso de mediación pero nunca he querido.

¿Puede contar anécdotas?

Siempre he sido un poco obseso en el sentido de respetar la privacidad de las personas. Lo que ha pasado en mi despacho no ha salido de esas cuatro paredes. En ocasiones mi mujer me ha reñido porque no le he dado recuerdos de clientes. Cuando salía del despacho, echaba el cierre del todo.

Bueno, ahora está jubilado…

Alguna ocasión he ido a casas en las que sabía quién era el propietario porque yo había hecho la escritura y esa persona que sabía quién era me decía de sí mismo que no vivía en esa casa. También nos han pasado casos de falsificaciones de documentos. Alguna vez han venido particulares a la notaria a pedirnos fotocopias de contratos de trabajo y, como nos parecía extraño, avisábamos a la Policía y descubríamos que querían hacer estafas para pedir préstamos con falsos contratos.

 

Fuente: informacion.es

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